-La velocidad no duerme, espera escondida... se muerde
los labios por rugir. Y justo en el instante en que la ciudad se prepara para
descansar, encuentra su momento, llamando a sus cómplices aventureros...-
La gente dice que las picadas son peligrosas y malas...
Puede que sean peligrosas, todo depende de quien la
corre…
Lo que no es verdad es que las picadas son malas…
Yo encuentro ahí lo que no encuentro en otro
lado…
Me divierten, me arman de amigos nuevos,
me encuentro con todos siempre.
No hay peleas… uno puede ir y mirar o correr…
Somos todos compañeros… y cuando alguien tiene
un problema o accidente todos nos preocupamos
y ayudamos. Avisamos a la familia y acercamos al
accidentado al hospital.
Nos cuidamos entre nosotros…
Lo que nos une a los que corremos es pasar un
buen rato juntos, el amor a las motos, la mecánica y
la velocidad.
La gente nos denuncia porque hacemos mucho ruido, pero
no
saben lo que significan para nosotros… no nos dan un
lugar para correr.
Si todos los que nos denuncian fueran a pasar una
noche con nosotros,
se darían cuenta de las cosas buenas que tienen estas
reuniones.
Uno siente el ruido de las motos desde su casa y
termina
yendo siempre…
Cuando corro siento adrenalina... la ruta se hace cada
vez más chica… cuanta más velocidad agarro, mas angosta se hace, pero uno no
puede pensar que las cosas malas van a pasar…
Una vez que estas arriba de la moto, no podes volverte
atrás.
Siempre pienso en ganar, pero si me tocar perder, no
hay que calentarse,
siempre hay otra oportunidad.
Relata Ricky, escribe Ariel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario